Copérnico, el programa de Vigilancia Mundial del Medio Ambiente y la Seguridad, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la NASA no paran de ofrecer datos alarmantes en los últimos días sobre la ola de calor y los incendios inusuales que sufre el Ártico. Los fuegos están incluso dentro del Círculo Polar Ártico, en Siberia, Groenlandia, norte de Canadá y Alaska. En junio, Copérnico detectó más de cien incendios forestales intensos y de larga duración, mes en el que emitieron 50 millones de toneladas de CO2, más de lo emitido los meses de junio juntos de 2010 a 2018. En julio, Anchorage, en Alaska, batió el récord de temperaturas (32° C) y Hess Creek sufrió un incendio que arrasó 70.000 hectáreas, según se recoge en el diario OSBOdigital.
Hace unos días lo ponía de relieve WWF España en la presentación del informe Arde el Mediterráneo: estamos en la era de los superincendios avivados por las olas de calor que provoca el cambio climático y que afectan cada vez más a latitudes muy al norte. En pocos días, Copérnico, la OMM y la National Aeronautics and Space Administration de Estados Unidos (NASA), corroboran estas afirmaciones con imágenes, datos y estadísticas sobre incendios que se alían con altas temperaturas inusuales.
“Anchorage, Kenai y King Salmon batieron todos los récords el 4 de julio. En Anchorage se alcanzaron los 90° F (32° C); el récord anterior era de 85° F (29° C), del 14 de junio de 1969. Este calor también ha sido inusual por lo que ha durado, con seis días consecutivos donde las temperaturas superaron los 80º F grados, el tramo más largo registrado”. Estos datos aportados por la NASA tienen su correlación en forma de incendios, que se propagan más rápidamente.
Según la misma agencia espacial, “grupos de incendios forestales provocados por rayos ardieron alrededor de Fairbanks desde el 21 de junio de 2019. Un segundo grupo comenzó a arder al sur del desierto de Koyukuk el 5 de julio”. “Hasta el 9 de julio había 38 grandes incendios en Alaska –prosiguen desde la NASA– que consumieron 280.000 hectáreas, más de la mitad de la superficie quemada en los Estados Unidos en 2019”.
El fuego más grande tuvo lugar en Hess Creek, al norte de Fairbanks, donde se quemaron casi 70.000 hectáreas de masas de abeto negro y mixtas de abedul, álamo y abeto blanco. Todas las zonas citadas de Alaska están o muy cerca o en pleno Círculo Polar Ártico, lo que denota el avance del calor y las llamas hacia latitudes tradicionalmente más frías y poco propensas a los incendios.
Todo es inusual: la latitud, la intensidad y la duración de los incendios
Durante el mes de junio y las dos primeras semanas de julio, el Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copérnico detectó más de cien incendios forestales intensos y de larga duración en el Círculo Polar Ártico. “Solo en junio, estos incendios emitieron 50 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, lo que equivale a las emisiones anuales totales de Suecia y a lo que emitieron los incendios del Ártico durante todos los meses de junio juntos entre 2010 y 2018”.
Al igual que sucede en Alaska, uno de los estados de Estados Unidos más castigado por los incendios forestales. Copérnico también admite que en general estos son comunes en el hemisferio norte entre mayo y octubre. Pero advierte: “la latitud y la intensidad de estos incendios, así como el tiempo que se mantienen activos, ha sido particularmente inusual”.
Los incendios del Ártico han sido más severos en Alaska y Siberia, donde Copérnico apunta que han sobrepasado las 100.000 hectáreas. Volviendo al primer estado, el Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copérnico lleva registrados casi 400 incendios forestales en lo que va de año, “y se añaden nuevos día a día”.
Prudencia ante un estado tradicionalmente muy castigado: Alaska
Milagros Álvarez, ingeniera forestal que trabaja en Washington y ha coordinado y editado recientemente un importante informe estadístico (Estado de los Bosques de América), confirma que “Alaska ha batido el récord histórico en temperaturas máximas, que unido a la cantidad de mortalidad que existe por causa de agentes patógenos defoliadores de los árboles desata incendios devastadores”. Pero Álvarez opta por la prudencia: “¿Hasta qué punto este año es peor que años anteriores en Alaska? Todavía no se puede estimar. Si se analizan los datos históricos para la zona, todavía estamos dentro de lo que ha sucedido en otros años malos anteriores”
La OMM tiene claro que “el cambio climático, con el aumento de las temperaturas y la alteración en los patrones de precipitación, está amplificando el riesgo de incendios forestales y prolongando la temporada de estos”. Riesgo que llega hasta Groenlandia, porque este año la NASA ha detectó un incendio el 10 de julio en una zona pantanosa con vegetación musgosa y de matorrales. Aunque muy probablemente la causa fue la actitud negligente de un excursionista, la agencia espacial sostiene que “el clima cálido y seco ayudó a preparar el escenario para las llamas”.
La OMM concluye que “el norte se está calentando más rápido que el planeta en su conjunto, y ese calor seca los bosques y los hace más susceptibles para que ardan. Un estudio encontró que los bosques boreales de la Tierra se queman en la actualidad a una velocidad que no se ha visto en al menos 10.000 años”. Dicho estudio es de 2013 y se publicó en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Imágenes: Pierre Markuse y NASA