¿En qué se diferencia un #pirómano de un #incendiario?

¿En qué se diferencia un #pirómano de un #incendiario?

 

Ante cualquier incendio forestal, es muy frecuente escuchar que las autoridades buscan a un pirómano. Pero no siempre es así. No es lo mismo una persona que hace arder el monte que un enfermo.

El diario ABC publica en su web (www.abc.es) un artículo, que extractamos, en el que plantea la diferencia entre pirómano e incendiario:

La gente suele asociar la «intencionalidad» de los fuegos a personas diagnosticadas con esta enfermedad, si bien incendiario y pirómano no significan necesariamente lo mismo, aunque suelan utilizarse como sinónimos.

Así lo constata un informe estadístico del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, que cifra en un 78% los fuegos atribuidos a causas antrópicas desde 2001 a 2010, es decir, provocados por el hombre, ya sea por negligencias, accidentes o de forma premeditada.

Los incendios provocados por pirómanos responden a un 9,79% del total, un porcentaje alejado de las causas más comunes de incendios intencionados: la quema agrícola ilegal y abandonada (42,71%) o la quema para la regeneración de pastos (25,69%).

Quizás la asociación indebida entre incendiarios y pirómanos se deba al misterio que pesa sobre sus figuras. Los vecinos de buena parte de las zonas rurales afectadas tienden a encubrir a los delincuentes que las inician, ya sea por miedo a represalias o por falta de conciencia social: a veces no lo perciben como algo malo. Sin la ayuda de los vecinos, los agentes que luchan combatiendo esta lacra tienen serias dificultades para detener a los incendiarios, a los que deben pillar in fraganti prendiendo fuego a los montes.

Otras veces, priman intereses urbanísticos y el deseo de revalorizar los terrenos después del incendio. Otras se desconocen las causas. Es el caso de la incendiaria de Cerceda, la mujer de un gasolinero a la que se atribuyen 15 incendios este verano. La detuvieron con 13 velas aromáticas y nueve mecheros, y en uno de ellos —la contradicción— rezaba el rótulo «Amo Galicia». Lejos de responder qué motivó sus delitos, se acogió a su derecho de no declarar. Todavía se desconoce por qué esta mujer de 56 años, con antecedentes penales pero no relacionados con el fuego, arrasó 22 hectáreas de los montes que «ama».

El perfil psicológico del pirómano es bastante concreto. Aunque las autoridades calculan la existencia de unos 150 en todo el país (saben quiénes son), todos presentan unos rasgos comunes. Los pirómanos, por lo general, son personas que tienen problemas para relacionarse y que, desde muy pequeños, han mostrado síntomas.

Por lo general, son personas con un coeficiente intelectual reducido y que muestran desde muy pequeños una atracción por el fuego. Pero, ¿cuál es el detonante? ¿Qué desata en ellos el último impulso que les lleva a quemar el monte? Normalmente es la mezcla de una frustración reciente con un consumo leve de alcohol. Es decir, el pirómano se frustra (porque se han burlado de él, por ejemplo) y decide demostrar su valía. Aunque esta patología supone un atenuante en caso de juicio, los pirómanos son plenamente conscientes de lo que hacen.

Una vez con el monte en llamas, el pirómano experimenta una sensación de alivio. Toda la tensión acumulada en las horas previas desaparece: «Algunos sienten un gran placer por ver su obra y por demostrarse que también son capaces de hacer grandes cosas, aunque sean malas. En la literatura científica se habla de que algunos llegan al orgasmo», explica José Gil-Martínez, profesor de psicología de la Universidad de Valencia. La devoción por el fuego es tal que algunos llegan a participar en las labores de extinción.