Un reciente estudio de la Universidad de Cantabria apunta a que hasta un 85 de estos incendios ‘invernales’ pueden tener su origen en prácticas ganaderas para regenerar pastos, que en el fondo forman parte de la cultura y tradición laboral heredada desde hace generaciones.
Las Administraciones deben dotar a sus bomberos de más medios y de planes que permitan prevenir y evitar estos siniestros del final del otoño, un riesgo que conoce perfectamente cualquiera que está vinculado con la extinción de incendios en la zona Norte de España.
La Asociación Profesional de Técnicos de Bomberos (APTB) reclama al Gobierno central mayor contundencia a la hora de imputar, por vía penal, a las personas que provoquen incendios forestales, y a los gobierno autonómicos más iniciativas en materia de prevención, más allá de la época preestival.
Las demandas de la APTB se producen tras conocerse que el fuego arrasó 102.945 hectáreas en España en todo 2015, pero el 27% de ellas (28.236) se concentraron en el mes de diciembre. Los datos son aún más alarmantes si se tiene en cuenta que en el pasado ejercicio se quemó más del doble de superficie que en 2014, así como el número de los considerados grandes incendios, los que afectan a más de 500 hectáreas, y que pasaron de 7 a 15.
La mayor parte de los fuegos del último mes del año se produjeron en el norte de la Península, desde Orense hasta los Pirineos, a lo largo de la cordillera
Cantábrica. Un dato que, sin bien puede llamar la atención, no debería haber cogido desprevenido a ninguno de los responsables de la lucha y prevención contra los incendios forestales, ya que la temporada de mayor riesgo en la cornisa Norte siempre ha sido la de otoño e invierno.
El secretario general de APTB, Ignacio García Urkizo, explica que “el mayor riesgo se concentra a final de año porque la vegetación es caduca en su mayoría y está seca de por si en ese momento. Si, además, añadimos un invierno más seco, más cálido y con más días de viento sur-suroeste, como el que estamos teniendo, y lo sumamos a la “cultura del fuego” que, por desgracia, todavía se da en zonas de Galicia, Cantabria y Asturias, tenemos el resultado del pasado diciembre”.
“En Galicia, Asturias y Cantabria, en la mayoría de incendios el fuego ha estado originado por ganaderos que pretenden, con esta acción, regenerar pastos. Un estudio muy reciente de la Universidad de Cantabria apunta a que hasta un 85 de estos incendios ‘invernales’ pueden tener su origen en esas prácticas ganaderas, que en el fondo forman parte de la cultura y tradición laboral heredada desde hace generaciones: lo hacen para crear pastos para su ganado de cara a la primavera”, destacó el secretario general de la APTB.
“La humedad típica de la zona y de esta época permite controlar de forma medianamente fácil este tipo de incendios, hasta que llega un año, como este, en el que las condiciones climatológicas y ambientales convierten al monte en un polvorín”, aseguró García Urkizo.
“La única forma de atajar estas prácticas es endurecer las penas, que ahora se quedan en multas y unos meses de prisión que no se cumplen, y establecer mecanismos que mantengan los planes de prevención no sólo en la época pre estival, que es en la que únicamente se concentran ahora. Las Administraciones, especialmente las de Gobiernos como Asturias y Cantabria, que han sido las zonas más afectadas este año, tienen la obligación de dotar a sus bomberos de más medios y, sobre todo, de iniciativas y planes que permitan prevenir y evitar estos siniestros no sólo en verano, sino en la segunda gran época de riego, que históricamente ha sido el final del otoño, algo que conoce perfectamente cualquiera que está vinculado con la extinción de incendios en la zona Norte de España”, concluyó el secretario general de la APTB, Ignacio García Urkizo.