Los Estados Unidos están “cercados” por el agua y el fuego, con más de 100.000 personas evacuadas de sus casas y, de momento, 11 muertos.
Las inundaciones en el Estado de Louisiana, en el sur del país (golfo de México), han provocaron hasta ahora y desde el pasado viernes, la muerte de once personas y la evacuación de unas 20.000, después de que el agua afectara a cerca de 40.000 viviendas.
El gobernador de Louisiana, John Bel Edwards, habló de inundaciones "sin precedentes" por las crecidas provocadas por las lluvias torrenciales. Ayer, más de 8.000 personas permanecían en refugios, especialmente en Baton Rouge, la capital del Estado, y sus alrededores.
Las previsiones meteorológicas apuntan a que la situación de fuertes lluvias se mantendrá aún varios días, problema al que se han unido saqueos en viviendas evacuadas, por lo que desde la noche del martes se decretó un toque de queda en 20 condados que están bajo las aguas.
El presidente Barack Obama ha declarado el estado de catástrofe natural, que permite otorgar fondos federales de emergencia para financiar la ayuda a las víctimas, en lo que las autoridades estadounidenses consideran “una inundación histórica”.
Y mientras en la costa del Atlántico luchan contra el agua, en la costa Oeste, en pleno Estado de California, un brutal incendio forestal ha obligado a evacuar a más de 80.000 personas de sus viviendas, amenazadas por las llamas y el humo.
A unos 100 kilómetros al Este de Los Ángeles, el fuego ha quemado ya unas 12.000 hectáreas, pese a los 1.300 bomberos y numerosos medios aéreos movilizados.
Las condiciones climatológicas no ayudan:las autoridades prevén para las próximas horas que sigan las altas temperaturas con fuertes vientos. "Hay mucha maleza muy seca, muy combustible, lo que propaga el fuego con mucha rapidez, lo que incrementa el peligro para para el público y también para los efectivos", dijo a la agencia AFP la portavoz del Cuerpo de Bomberos de California, Lynne Tolmachoff. De hecho,dos bomberos resultaron heridos mientras trabajaban en las labores de extinción. Las autoridades calculan que unas 34.000 viviendas están amenazadas por el fuego.